lunes, 1 de noviembre de 2010

Historia


   Historia de Perú:
Sus Presidentes:































Garal, su ciudad más Antigua:
NO HAY EN AMERICA OTRA CIUDAD MAS ANTIGUA
Al mismo tiempo que Egipto florecía a orillas del Nilo, 5.000 años atrás, una cultura similar en complejidad empezaba a despuntar en Perú, donde los arqueólogos han encontrado los restos de la civilización más antigua de América. La arqueóloga peruana Ruth Shady, quien dirigió las investigaciones en el sitio arqueológico de Caral, unos 200 kilómetros al norte de Lima, aseguró que esta ciudadela "es de lejos la más antigua de América" y rompe la concepción que se tenía hasta hoy de los más antiguos centros urbanos en el mundo. La ciudad fue descubierta en 1905 pero la ausencia de cerámica, y otros datos que faltaban, no permitieron que los arquéologos se dieran cuenta de la antigüedad de este sitio. Según las pruebas científicas, Caral tiene una antigüedad promedio entre 2.627 y 2.100 años antes de Cristo aproximadamente y dijo que en el resto de América "el desarrollo urbano comienza 1.550 años después que en Perú". Caral, explicó Shady, tiene más de 65 hectáreas de extensión y desde 1996 los arqueólogos peruanos iniciaron las excavaciones de las 32 estructuras piramidales. En Caral fueron hallados hace algunos años los restos de un niño de algo más de un año, del 2.300 antes de Cristo, que fue sacrificado y enterrado antes de construir un sitio residencial. También se encontraron, en una de dos tumbas saqueadas, restos de cabellera cortada, que se exhiben hoy en el Museo Arqueológico que posee la Universidad San Marcos, en el centro de Lima. Shady explicó que aún hay que establecer cómo fue la jerarquía de estos centros urbanos, qué tipo de estructura social permitió su organización.
Golpes militares y rebeliones:
El Perú siempre ha sido un país de rebeliones, revueltas, revoluciones, alzamientos, asonadas y golpes de Estado. Particularmente el sur del país tiene una larga y arraigada cultura de la revuelta, desde Ollantay hasta el teniente-coronel Ollanta Humala, cientos de páginas se podrían escribir sobre ellas. Podemos decir con cierto orgullo que, al menos en golpes, somos los primeros.
En estas tierras han habido, hay y con seguridad, habrán siempre "salvadores de la patria" que no dudarán en recurrir a la fueza para derrocar a un tirano o para hacerse de todo el poder.
Aquí les ofrecemos apenas un pequeño resumen de las rebeliones y los golpes militares más conocidos.
53 gobiernos en 24 años
La rebelión de los peruanos fue fundamental en la Independencia. En el proceso independentista, hubo participación indígena, también de sectores urbano marginales, de capas medias provincianas, y mestizos y criollos de poca fortuna. Hubo guerrillas y montoneras que apoyaron a San Martín y Bolívar, y su accionar se prolongó hasta la batalla de Ayacucho.

La independencia no trajo la paz al Perú, por el contrario, sugieron numerosos movimientos de diferente concepción que buscaban tomar el poder o conseguir su propia independencia. Surgieron tendencias regionalistas y separatistas en Cusco y Arequipa. El Estado peruano no conseguía estabilidad, entre 1821 y 1845, en tan sólo 24 años, hubo 53 gobiernos y seis constituciones. En 1838 hubo 7 presidentes simultáneamente.
La rebelión de los hermanos Gutiérrez
En 1872 el presidente José Balta nombró como ministro de guerra a Tomás Gutiérrez. El Perú se encontraba en ese momento en un proceso de transición, Manuel Pardo era el presidente electo que asumiría el mando el 28 de julio de ese año. Sin embargo, el 22 de julio Tomás Gutiérrez, junto con sus hermanos Silvestre, Marceliano y Marcelino (todos coroneles) realizan un golpe militar, capturan a Balta y le dan muerte. El pueblo peruano, fatigado por la agobiante crisis económica y los cuartelazos, decide no apoyar la efímera dictadura de los hermanos Gutiérrez. Se inicia una reacción popular contra los insurrectos. Los hermanos Tomás, Silvestre y Marceliano Gutiérrez fueron muertos y colgados de las torres de la catedral de Lima.
Las rebeliones de Cáceres
Durante la ocupación chilena, el caudillo Andrés Avelino Cáceres organizó la resistencia en la sierra central entre 1881 a 1883. Cáceres participó de varias rebeliones e insurrecciones, combatió a Manuel Ignacio Vivanco (1844), apoyó a Ramón Castilla (1855-1862), combatió al gobierno de Juan Antonio Pezet (1863-1865). Apoyó el levantamiento de Mariano Ignacio Prado (1865-1868). Combatió a Nicolás de Piérola (1879-1881) y a Miguel Iglesias (1883-1886).

Finalmente, asumió el poder en 1886 a 1890 y de 1894 a 1895. Pero Cáceres, un eterno insubordinado, sufrió la insubordinación en carne propia. En su segundo gobierno fue acusado de querer perpetuarse en el poder y Nicolás de Piérola se rebeló en su contra, junto con sus montoneros llevó a cabo intensos y sangrientos combates que desembocaron en la renuncia de Cáceres y la ascensión de Piérola en 1895.
El triste fin de Leguía
El siglo XX trajo enormes cambios al país, pero las conspiraciones y rebeliones siguieron siendo las mismas. Hasta la clásica violación de la Constitución continuó siendo una norma. Durante el oncenio del presidente Augusto B. Leguía, la Carta Magna redactada por él, fue violada por él mismo y por el fiel oficialismo de aquella época.

Leguía llevó al país hacia la modernidad y fue uno de los presidentes más destacados del siglo XX, fue un sujeto pragmático y dirigió al país con mentalidad empresarial, pero también se caracterizó por mantener el control absoluto del poder y por una tendencia natural hacia el autoritarismo.

En 1920 Leguía aprobó una nueva Constitución que no contemplaba la reelección presidencial inmedita. Sin embargo, en 1923 modificó un artículo constitucional e introdujo la reelección "por una sola vez". Y luego de ser reelecto, volvió a modificar la Constitución aceptando la reelección indefinida: "el presidente durará en su cargo cinco años y podrá ser reelecto", decía la norma. Estas reformas, en manos de un congreso siempre sumiso, permitió que Leguía permanezca once años en el poder.

Todo marchó bien hasta que llegó la crisis económica producto de la Primera Guerra Mundial. El repudio por la presencia del "tirano" fue capitalizado por la revolución de Arequipa encabezada por el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro en agosto de 1930. Leguía aceptó renunciar y partió hacia el exilio, pero fue arrestado y llevado a la Penitenciaria. Murió en el Hospital Naval de Bellavista, en absoluta pobreza, en 1932, pesando apenas 30 kilos.
El "macho" Sánchez Cerro
Como ha sido frecuente en la historia peruana, la revolución de Sánchez Cerro se originó en el sur del país, en Arequipa. De orígen humilde y rasgos indígenas, Luis Miguel Sánchez Cerro era el típico militar "macho" latinoamericano. Participó del golpe contra Billinghurst en 1914, se alzó en armas contra Leguía en 1922 y estuvo preso en la isla de Taquile, en Puno.

En 1931, se organizaron elecciones, en las cuales Sánchez Cerro resultó electo. Pero los apristas consideraron que hubo fraude y declararon a Víctor Raúl Haya de la Torre como "presidente moral del Perú". Los apristas iniciaron una oposición desenfrenada que casi lleva a una guerra civil y que concluyó con una revolución aprista en Trujillo y el asesinato del presidente Sánchez Cerro en 1933 en manos de un militante aprista.
Las rebeliones del Apra
El Apra también estuvo por detrás de otra rebelión. En 1948, durante el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero los apristas realizaron una férrea oposición desde el Congreso, el país vivía una crisis social que desembocó en la sublevación que tenía por objetivo tomar el poder y deshacerse de los mandos castrenses. El 3 de octubre de 1948, el Real Felipe fue atacado por mar y tierra, pero los apristas no consiguieron el respaldo popular y Haya de la Torre tuvo que refugiarse en la embajada de Colombia. Bustamante y Rivero no duraría mucho tiempo.
El 27 de octubre de 1948, otra vez Arequipa se levantó contra el gobierno constitucional, y el Gral Manuel A. Odría dirigió un golpe que derrocó al presidente, al cual se le acusó de fomentar la anarquía. 
Odría, su golpe y su "Montesinos" 
Odría convocó a elecciones para legitimarse, pero participó solo, mandó a la cárcel al otro candidato, el general Ernesto Montagne. Por entonces surge una nueva rebelión en Arequipa, comandada por la Liga Democrática, se levantaron barricadas y hubo varios muertos. En este clima, Odría, que era candidato único, se eligió "presidente constitucional", el 28 de julio de 1950.

Odría también tuvo su "Montesinos": Alejandro Esparza Zañartu, un siniestro personaje quien se desempeñó como director de Gobierno y como ministro de Gobierno (hoy del Interior). Su actuación se rodeó de misterio y sus excesos contribuyeron al desprestigio del régimen, que acabó siendo muy impopular. La indignación aumentó cuando nuevamente en Arequipa hubo un levantamiento popular debido a una salvaje represión militar contra una huelga estudiantil, donde murieron tres jóvenes que portaban una bandera blanca. Odría tuvo que prescindir de Esparza Zañartu y derogar la ley de seguridad interior.
El golpe luego del fraude
En las elecciones de 1962 Haya de la Torre quedó en primer lugar, Belaúnde Terry en segundo y Odría en tercero, pero no hubo un ganador con mayoría absoluta, el Congreso debía elegir al nuevo presidente. Era vox populi que había habido fraude. Las Fuerzas Armadas exigieron que se anularan los comicios y como el poder electoral se negó, sobrevino un nuevo golpe de Estado que convocó a nuevas elecciones donde ganó Fernando Belaúnde Terry.
Las rebeliones de los años 60
Los años 60 fueron plagados de rebeliones y de movimientos guerrilleros inspirados por el éxito de la revolución cubana. Hugo Blanco y Luis de la Puente Uceda fueron los más famosos líderes revolucionarios. Se realizaba la toma de pueblos, haciendas y puestos militares con el fin de ganar adeptos. Pero a la población no le interesaba la ideología que predicaban y no los respaldó.

Fernando Belaúnde no trajo la ansiada estabilidad al Perú. En 1968 su gobierno firmó un convenio con la International Petrolium Company que tuvo el apoyo multipartidario. Pero el Director de la Empresa Petrolera Fiscal, Carlos Loret de Mola, denunció que había desaparecido la página once del acuerdo, donde estaría estipulado el monto de la indemnización que pagaría el Estado a esa empresa. Se produjo un gran escándalo que llevaría a una nueva rebelión. El 3 de octubre se produce un golpe de Estado que depone a Belaúnde. La junta militar presidida por el General Juan Velasco Alvarado contaría con el apoyo de la izquierda peruana y del partido comunista. 
El Gobierno Revolucionario de las FFAA
El gobierno de Velasco nacionalizó los recursos, reformó el agro, la educación, expropió las empresas, los bancos y los medios de comunicación. El autoritarismo campeaba y la radicalización de los bandos opuestos era evidente.
Fue un buen momento para que el General Francisco Morales Bermúdez planeara un "relevo institucional", es decir, un golpe al golpista, que se produjo en agosto de 1975.
El "relevo institucional"
Morales Bermúdez estuvo cinco años en el poder y durante su gobierno continuaron confiscados los diarios y canales de televisión. También siguieron los encarcelamientos y las deportaciones de los críticos al gobierno. Fue entonces que se engendran las rebeliones y el terrorismo que sacudirían al país durante los años 80 e inicios de los 90. El alzamiento de dos grupos armados que sembrarían el caos y la muerte en el país y que dejarían un saldo de más de 25 mil muertos (70 mil según la Comisión de la Verdad instaurada en 2001).
El Autogolpe de Fujimori
En 1990, en medio de la hiper-inflación y la violencia terrorista, Alberto Fujimori llegó al poder sin ningún apoyo de los partidos políticos tradicionales y tuvo que enfrentar una fuerte oposición en el Parlamento. Fujimori acusaba al Congreso de ser "paquidérmico" y el Congreso a Fujimori de tener actitudes "totalitarias".
La discusión terminó el 5 de abril de 1992, a la voz de "disolver", cuando Fujimori cerró el Congreso e intervino el Poder Judicial, tomando el poder absoluto. El sui generis golpe sería conocido como "el autogolpe" de Fujimori y contó con un respaldo de entre el 80% y el 90% de la población.
El gobierno de mano dura de Fujimori consiguió vencer la hiper-inflación y capturar a los cabecillas terroristas.
Sin embargo, Fujimori las vería díficiles cuando el 13 de noviembre de 1992 el Grl. Jaime Salinas Sedó lideró un "contragolpe" que a última hora fue debelado y sus líderes encarcelados.
Luego de ello Fujimori hizo una nueva Constitución, fue reelecto e "interpretó" la Constitución para reelegirse nuevamente.
Montesinos y su intento de tomar el poder
En el año 2000 se hicieron evidentes las fraudulentas manipulaciones del asesor presidencial Vladimiro Montesinos, el cual controlaba casi todas las instituciones del Estado, sobre todo, las Fuerzas Armadas. Tras exhibirse un vídeo donde Montesinos sobornaba a un congresista, Fujimori destituyó a Montesinos y anunció que acortaría su tercer mandato.
Pero al asesor presidencial no le gustó la idea y trató de mantenerse en el poder deponiendo a Fujimori y colocando a un títere en su lugar, sin embargo, gracias a la presión popular por regresar a una verdadera democracia, Montesinos se vio obligado a huir y vivir en la clandestinidad por varios meses hasta ser encarcelado.
Cuando los humalas eran buenos
Mientras Fujimori y Montesinos se peleaban, en Moquegua surgió una rebelión periférica liderada por el teniente-coronel Ollanta Humala y su hermano, el militar retirado, Antauro Humala secundados por 50 soldados.
Los Humala se dieron a conocer entonces, como los líderes de un movimiento ultranacionalista, racista y xenófobo llamado "etnocacerista" que proponía la supremacía de la "raza cobriza".
La rebelión "etnocacerista" buscaba sacar del poder a Fujimori y a los militares corruptos que lo secundaron.
Los Humalas ganaron cierto apoyo en el sur y el respaldo de diversos políticos que los consideraron "héroes de la democracia". Sin embargo, poco después fueron abandonados por sus soldados, quienes se entregaron a sus superiores.
Más tarde, Fujimori renunció y asumió la jefatura del Estado el presidente del Congreso, el Dr. Valentín Paniagua. Al haber cambiado la situación política, Ollanta Humala se entregó a las autoridades. A pesar de sus posturas radicales, Ollanta Humala fue reintegrado al Ejército y premiado, siendo enviado a Francia y Corea como Agregado Militar recibiendo un abultado sueldo.
Cuando los humalas se hicieron malos
En el año 2001 asumió el gobierno del Perú el economista Alejandro Toledo. Desde sus inicios, su gobierno fue duramente criticado por Antauro Humala, que consideraba a Toledo "la cabeza de un gobierno corrupto y vendido a capitales extranjeros, sobre todo chilenos".
En diciembre de 2004, su hermano, el Comandante Ollanta Humala, quien era agregado militar del Perú en el extranjero, fue dado de baja intempestivamente, lo cual provocó las iras de Antauro Humala.
Así, en las primeras horas del 1º de Enero de 2005 Antauro Humala, junto con 150 ex soldados, tomó una comisaría en la ciudad de Andahuaylas, exigiendo la renuncia del presidente Toledo, que en ese momento tenía 90% de impopularidad.
El asalto a la comisaría le ganó a Humala las simpatías de la población local pero dejó como saldo cuatro policías y dos subversivos muertos.
Según Antauro, se escogió como fecha para el asalto el 1º de Enero porque Toledo estaría tan borracho y drogado que ellos tendrían 48 horas para actuar sin ninguna reacción del Estado.
Luego de 3 días de confusión, Antauro Humala fue hecho prisionero y trasladado a Lima, donde continúa encarcelado.
Independencia del Perú:
ACTA DE LA INDEPENDENCIA DEL PERU
San Martín ocupa Lima y reúne a Cabildo Abierto el 15 de julio de 1821.
Don Manuel Pérez de Tudela, más tarde Ministro de Relaciones Exteriores, redacta el Acta de la Independencia, que fue suscrita por las personas notables de la ciudad:"En la ciudad de Los Reyes, el quince de Julio de mil ochocientos veintiuno. Reunidos en este Excmo. Ayuntamiento los señores que lo componen, con el Excmo. e Ilmo. Señor Arzobispo de esta santa Iglesia Metropolitana, prelados de los conventos religiosos, títulos de Castilla y varios vecinos de esta Capital, con el objeto de dar cumplimiento a lo prevenido en el oficio del Excmo. Señor General en jefe del ejercito Libertador del Perú, Don José de San Martín, el día de ayer, cuyo tenor se ha leído, he impuesto de su contenido reducido a que las personas de conocida probidad, luces y patriotismo que habita en esta Capital, expresen si la opinión general se halla decidida por la Independencia, cuyo voto le sirviese de norte al expresado Sr. General para proceder a la jura de ella. Todos los Srs. concurrentes , por sí y satisfechos, de la opinión de los habitantes de la Capital, dijeron: Que la voluntad general está decidida por la Independencia del Perú de la dominación Española y de cualquiera otra extrajera y que para que se proceda a la sanción por medio del correspondiente juramento, se conteste con copia certificada de esta acta al mismo Excmo. y firmaron los Srs.: El Conde de San Isidro- Bartolomé, Arzobispo de Lima, Francisco Javier de Zárate- El Conde de la Vega de Ren- El Conde de las Lagunas-Toribio Rodriguez-Javier de Luna Pizarro-José de la Riva Aguero-El marquez de Villa fuerte ..".

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